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LA BUFANDA ROJA

Ahí estaba ella, contemplando el atardecer desde aquel mirador al que siempre acostumbraba a ir, con su bufanda roja para protegerse del frío, ese regalo tan especial. Y ahí estaba él, contemplándola a ella, con una sonrisa que albergaba un amor tan profundo como el océano y tan real como la vida, preguntándose como era tan afortunado de estar al lado de la persona que más feliz le hacía y que convertía cada uno de sus días en magia y como el sol cuando llueve, lograba que apareciese el arcoiris en los días más grises.

Ella ladeó levemente su cuerpo, apoyándose con ligereza sobre el regazo del chico, que no dudó en deslizar las yemas de sus dedos por el cabello pelirrojo y alborotado de la chica, a lo que ella respondió con una dulce e inocente sonrisa y acto seguido buscó refugio en su bufanda roja para encontrar algo de calor. Él le había regalado esa bufanda al mes de conocerse, en un frío invierno y desde entonces ella no la había soltado, era su amuleto de la suerte, pues mientras la bufanda de color rojizo estuviese con ella, él también estaría a su lado aunque les separasen miles de kilómetros.

Entrelazaron sus manos y se incorporaron para fundirse en un eterno beso, uno de esos que te hacen sentir en casa, las mariposas del primer día, el calor de un refugio, esos besos que te hacen sentir único y que te hace pensar que no puedes ser más feliz en esos momentos, al lado de la persona que más quieres y que acelera tu corazón de la forma más bonita que pueda existir. Él pasó sus manos por la sonrojada mejilla de la chica y devorándose con la más dulce mirada se dieron otro pequeño beso, seguido de un millón que él le fue regalando por todo el rostro, mientras ambos estallaban en una melódica carcajada que hacía eco en lo alto de ese mirador al que siempre acudían.

Y tan solo así, sin la necesidad de cruzar una sola palabra, mientras el cielo color pomelo se ceñía sobre ellos, en aquella tarde de otoño y envueltos en esa bufanda roja, dos personas que hacía unos meses no eran más que dos extraños, conectaron como nunca lo habían hecho antes. Fundidos en el calor de un abrazo, en la magia de un momento, en la complicidad de una mirada y en el amor de una sonrisa, comprendieron que habían encontrado todo aquello que siempre habían visto en las películas de su infancia.

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