top of page

MÁS

Ese momento en que te das cuenta de que solo queda un borroso recuerdo de cada efímero momento que viviste al lado de ese alguien que acabó alejándose, sin pensarlo, de un segundo a otro, se puso en marcha y abandonó cada una de las sonrisas que construisteis juntos. Cuando te das cuenta de que esa persona tan tranquila, continúa su vida y no te espera, ni te echa de menos y tú sin embargo, entre lágrimas cargadas de nostalgia que se deslizan por tu rostro sigues queriendo de más.

Te levantas una mañana más y ese dolor incontrolable sigue residiendo en tu pecho y no amenaza con irse, permanece y convive contigo cada día que va pasando y más te aleja de aquella bonita historia que llegó a su fin. La otra persona, sin embargo, se despierta y no piensa en aquello que tantas vueltas de más le das, avanza con su día y poco a poco va recorriendo nuevas pieles, nuevas camas.

Duele, a veces incluso más que los días previos y una parte de ti no puede evitar pensar que ese sentimiento acostumbrará a vivir contigo para siempre. Pero no es así, pasado el tiempo descubres que no hay nada que añorar de aquella persona que usó tu energía para alimentar la suya y te dejó sin sonrisa en las noches más grises. Comienzas a entender que alejarse de quien duele es siempre la mejor opción y poco a poco empiezas a recuperar esa serotonina que tan particular era de ti y ese dolor del pecho se va desvaneciendo, dejando cicatriz, pero no herida.

Al fin llega ese momento en el que despiertas la mañana de un miércoles de invierno y no tienes frío, estás feliz y por fin no echas de menos y te quieres de más.

249 visualizaciones2 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

VIAJAR

Publicar: Blog2_Post
bottom of page